29 de marzo de 2016

Las dos primeras palabras

Adán no tenia conocimiento. La palabra ni el concepto tiempo existían para él. Bajó la cabeza y vio moverse cerca de sus pies un diminuto acrako, el que pronto saltó por entre la hierba y quedó suspendido de una rama de pitaja verde tornasolada. Decenas de pájaros revoloteaban cerca de un pequeño charco en donde se dibujaba un pedazo de cielo y el ramaje de un viejo lubrán perfumado a frutos maduros. Se agachó, extendió la mano y cogió agua. No se percató de su propia imagen mientras concéntricas ondas se alejaban desde la orilla hacia el extremo opuesto. Era extraño ver como las hojas que flotaban sobre la superficie no eran arrastradas por esas pequeñas olas acuáticas. Adán no sabía, sin embargo sentía. Sentía a su instinto como timón invisible. Sentía las reacciones inmaculadas de su mente sin pensamientos, y libre de pasado caminó hacia su lugar favorito.
Eva llegó sonriente trayendo entre su mano derecha un fruto de color rojo aromático. Tenía el pelo de colores. El polen de diferentes flores y arbustos la impregnaron cuando caminó hasta un poco más allá del centro del jardín tiñendo su larga cabellera, los muslos de sus piernas, los senos y glúteos. Adán lamió lentamente todo ese néctar y ambos fueran presa nuevamente del primer empuje de la creación, cayendo sobre un pequeño mar de eliotropos fucsias, desde el que volaron centenares de mariposas amarillas, y azules y rojas.
Adán cambió de posición una y otra vez. Buscaba un espacio de concertación. Sentía las manos de Eva trajinar entre su pelo desordenado y la cálida saliva en su cuello. Todo estaba en orden, y se diluyeron en un blanco rumor de nubes agoreras, lentamente.
Eva se contraía en pequeños espasmos. El vaivén de sus pequeños pechos transparentes fue disminuyendo de intensidad. Hasta el aire se hizo más puro.
Boca arriba Adán cerró los ojos y un grato olor a frescura rodeó su nariz. Abrió los ojos y frente a su boca estaba Eva con la mano extendida y sobre la mano un fruto rojo desconocido. Instintivamente rechazó aquella promesa. Eva mordió el fruto dulcemente y siete segundos después miraba a Adán suplicante. Aquella súplica excedía la urgencia o la vulnerabilidad permanente del día a día. Sus ojos cambiaron de color, enrojecieron, se llenaron de lágrimas y abatida murmuró dos palabras, las primeras que se escucharon en el universo. Luego caminó y desapareció entre el follaje.
Presa de la más profunda desazón Adán esperó la noche y su oscuridad.
Amanecía. Recogió aquel fruto, lo mordió, y toda aquella gran obra elaborada en siete días se destiñó y desfragmentó en infinitos puntos luminosos, distantes y tristes en siete segundos. El azul intenso, limpio y profundo comenzó a desplegarse desde el horizonte. Corrió tras Eva.
La sombra de un grupo de tanques M1 Abrams*, soberbios, humeantes, incisivos, descorrieron el velo del silencio y la inocencia. Niños despavoridos se ocultaron entre las ruinas. Un poco más allá seres desmembrados sobre charcos de sangre y bajo el único árbol de aquel lugar de muerte un hombre le dijo a su mujer:
¿Quién eres?

*M1 Abrams es el principal medio blindado del Ejército de los Estados Unidos, probado en combate por primera vez en la guerra del golfo en 1991.